LOS PROBLEMAS GENERADOS POR LA PEDAGOGÍA POSMODERNA |
Escrito por Giovanni Bonfiglio |
En uno de sus recientes escritos, el sociólogo italiano Francesco Alberoni hace un análisis de la pedagogía y su relación con el sistema social. Lo hace en el contexto de los países desarrollados, partiendo del hecho que el sistema social se va cada vez más desestructurando. Se ha pasado de la sociedad industrial a la postindustrial; luego a la posmoderna; finalmente a la sociedad que el sociólogo Bauman denomina “líquida” porque ya no tiene reglas ni lazos fuertes. Si bien reconoce estos procesos, Alberoni sostiene que a las fases de desestructuración siguen fases de reconstrucción y que ya ha comenzado a darse una fase reconstructiva de las normas sociales en los países desarrollados.
Como consecuencia de la pedagogía posmoderna en los países desarrollados, hoy los muchachos no saben las poesías pero conocen las canciones de moda; no conocen los autores clásicos sino lo que dicen los personajes de la televisión. La pedagogía que iguala todo hacia abajo con el propósito de eliminar las diferencias, en realidad ha tenido el efecto de hacer que millones de personas sean ignorantes; al mismo tiempo que ha volcado a muchos hacia universidades y escuelas de excelencia, donde hay profesores con autoridad y con programas de estudios rigurosos. Por eso hoy son siempre más numerosos aquellos que buscan para sus hijos una escuela más seria, más rigurosa, con enseñantes más preparados y con autoridad. Al mismo tiempo se ha visto necesario entender que a los niños hay que darles normas morales desde la primera infancia. No se puede esperar que el niño aprenda por sí solo que no debe robar o maltratar a sus compañeros. Hay que enseñárselo y hacerlo de modo que se le grabe en la mente, que se convierta en un hábito. Se ha llegado a comprender que el orden social está basado en un mandamiento fundamental: “Compórtate con el otro como quisieras que él se comporte contigo”. Un mandamiento que no puede ser demostrado con un cálculo de costo-beneficio. O lo aceptas o no lo aceptas. En cincuenta años se ha pasado del autoritarismo más ciego a la anarquía total; de la sociedad más rígida a una sociedad desestructurada, licuada. Pero luego de la licuación de las normas no se va a ninguna parte, de ahí que en la fase actual se requiere comenzar una reconstrucción. Si bien el análisis de Alberoni está referido a las sociedades desarrolladas, que han pasado por la fase del post industrialismo y el post modernismo,también se puede aplicar a países como el nuestro. Acá se puso de moda, en la década de 1980, la denominada “educación en libertad”, que hacía suyos los postulados de la pedagogía posmoderna: los profesores pasaron a ser denominados “tutores”, para indicar que no debían tener autoridad sobre los alumnos sino solo “acompañarlos”;se abandonó el uniforme escolar; se dejó de lado el poner notas; en general, las ideas de sanción y de meritocracia fueron dejadas de lado: el ideal del nuevo pedagogo era “que aprueben todos”; se abandonó la enseñanza de fechas históricas bajo el pretexto de que eso era memorístico y no era creativo;incluso la ortografía fue descuidada (recuerdo que mi hija, que estudiaba en uno de esos colegios, tenía el cuaderno lleno de errores ortográficos que sus “tutores” no corregían). Además de la educación en libertad, que se dio en algunos colegios privados para la clase media y alta, la educación pública fue impregnada también por la pedagogía facilista y del desmedro de la autoridad de los docentes. En la educación pública esta tendencia estuvo más relacionada con el marxismo vulgar que impregnó las mentes del profesorado y por las ideas relacionadas con la necesidad de contrarrestar las rígidas normas de la educación tradicional (“la letra con sangre entra”). Pero, al igual que en los países desarrollados, en pocos años se ha pasado del autoritarismo al abandono de enseñar normas. Si hoy tenemos tanto desorden social, no solo en el tránsito sino en todo orden de cosas y en todos los estratos sociales, quizás es porque a las últimas generaciones no se les ha enseñado normas en la escuela. Adicionalmente, en nuestra educación pública se dio una corriente de facilismo educativo, no siempre relacionado con teorías pedagógicas, sino con el rápido crecimiento del sistema educativo (consecuencia del boom demográfico) y la consiguiente reducción de las remuneraciones a los docentes, lo que generó un “equilibrio de bajo nivel” por el cual todos aceptan el bajo nivel educativo. Los docentes lo aceptan a cambio de sueldos bajos y de la posibilidad de tener un segundo empleo; la población lo acepta porque es gratis. Esto es lo que han encontrado diversos estudios, entre ellos el de Webb y Valencia.El problema es que no solo hay un bajo nivel educativo, sino un sistema pedagógico que desdeña la enseñanza de valores y normas de conducta. Es así que, sin ser una sociedad post industrial, hemos tenido una pedagogía “posmoderna”, que hemos copiado acríticamente de las sociedades “desarrolladas”, cuyos efectos ahora nos vemos en la necesidad de cambiar. No se trata de volver a la rigidez de la educación tradicional, sino de reconocer el valor de las normas y de valores en la educación. Países como China, que no han aplicado la pedagogía “posmoderna” se encuentran ahora en la vanguardia de la pedagogía, a pesar de ser un país pobre. Allí hubo una desestructuración social durante la “revolución cultural”, se ha debido volver a los principios de la rigurosidad educativa, como condición necesaria para el despegue económico. Aquí se está implementando también una reforma educativa, que ha empezado por restablecer principios meritocráticos en el magisterio. Al mismo tiempo, los colegios privados que propugnaban la “educación en libertad” han dejado de lado ese principio y están más interesados en la educación como negocio. Es el signo de los tiempos.
|