PEDAGOGÍA EN PERSPECTIVA POSMODERNA
Facultad de Ciencias Humanas – UNRC
Pensar una Pedagogía en perspectiva posmoderna nos lleva a considerar los aportes de los estudios culturales, de los estudios sobre identidad, multiculturalismo,pedagogía crítica de la representación, por mencionar algunas líneas de pensamiento que se destacan actualmente.En esta perspectiva posmoderna la pedagogía se constituye fundamentalmente por el atravesamiento de dos conceptos clave: posmodernidad y estudios culturales.
La mirada-posmoderna,disuelve la tradición pedagógica de esencializar al sujeto histórico, para destacar las diversidades y diferencias en las experiencias históricas de los sujetos.
Desde este punto de vista, se considera que el sujeto no es único, centrado, homogéneo culturalmente, sino que hay diversidad de sujetos, cada uno con sus motivaciones, intereses, necesidades, pero también con rasgos de etnia, religión, género, raza.
El sentido de la educación, de las propuestas pedagógicas como narrativas o grandes relatos construidos para efectos de homogeneización social, individual, cultural es, en la perspectiva posmoderna,subvertido a través de la desnaturalización de nociones que daban sentido a la metafísica occidental, como verdad, significado, subjetividad.No resulta simple para el educador pensar cuestiones que atañen a la educación desde esta perspectiva posmoderna.Y esto es reconocido por diversos autores posmodernos que reconocen
Los estudios de Psicología, que derivaron fuertemente para la Psicología del aprendizaje y para la Didáctica, permitían revelar aspectos fundamentales de la naturaleza humana: el sujeto podía conocerse a si mismo, racionalizar sus comportamientos para buscar ser estable, hacerse reconocible y, de esta manera, el/la profesor/a podía seguir sin grandes dificultades el recorrido del aprendizaje de los/as estudiantes.
POSMODERNIDAD EN LA EDUCACIÓN
Por Romina
En la actualidad se observan varios problemas a los que los idóneos y cientistas de la educación responsabilizan al período posmoderno y a las transformaciones que se han venido produciendo. Lo que llevó principalmente a replantear nuevos modelos de individuo, familia, escuela, trabajo y sociedad.
En el primer modelo, del que hablan Herrera Torres, Moisés y Leyton Gutiérrez, Alma dice que: los adultos definen las metas y objetivos elementales que deben ser asimilados por los niños. Uno de los problemas que plantea este modelo es definir el paso de la tutela a la independencia, ya que al ser los adultos quienes deciden por los niños se corre el riesgo de prolongar la dependencia y la inmadurez de los mismos.
En el modelo de la educación como enseñanza donde se apuntaba a que los docentes sólo sean transmisores de conocimiento, sin que sea su responsabilidad inculcar valores a los alumnos. A priori, este modelo parece presentar ciertas bondades referidas sobre todo al respeto por la diversidad de la sociedad actual. Sin embargo, si este pensamiento se radicaliza, nos podría situar frente al peligro de producir toda una generación de individuos amorales, egoístas y faltos de sentido crítico.[1]
Entonces es una sociedad posmoderna que origina neuróticos adultos, que responsabilizan todos sus problemas a sus padres, por lo que no fueron o por cómo les ilusionaron con falsos futuros. En el modelo de la educación como libre desarrollo se busca que el niño vaya descubriendo el mundo por sí mismo, elaborando sus propias ideas de los valores y de las normas sociales sin intervención de los adultos. Este modelo surgió como respuesta a la educación basada en estilos autoritarios que recibieron los padres de estos niños.
Pero los efectos perniciosos de los extremos se hacen notar. Zarazaga refiere a Michaux para explicar el fracaso de este modelo según el cual la psicología de estas carencias estaría dominada por tres elementos: la debilidad del yo, la organización caprichosa y el sentimiento de inseguridad.
El resultado más común de los que son educados bajo este modelo es el siguiente: niños caprichosos, egoístas, rebeldes y con escasa capacidad crítica.
El último modelo, el de la educación como iniciación plantea la necesidad de educar a los alumnos a vivir su vida con responsabilidad, basada en normas y valores propios que en muchos casos son compartidos. Aquí se plantea el dilema de cómo enfocar la intervención del adulto sin que ésta suponga la imposición de sus valores.
[1] Herrera Torres, Moisés y Leyton Gutierrez, Alma E. (Coords.) (2004). Tradición y valores en la posmodernidad: Los nuevos retos de la educación. México: ITESM-CREFAL.[2] Op.citÂÂ